Nidia Paola Rondón y William Omar Contreras |
Bucaramanga.- Dos
investigadores santandereanos revelaron moléculas que pueden convertirse en
futuros aportes contra enfermedades neurológicas.
William Omar Contreras López,
profesor de la Universidad Autónoma de Bucaramanga (UNAB), y Nydia Paola Rondón
Villarreal, docente de la Universidad de Santander (UDES), realizaron un
estudio mediante la integración de ciencia computacional y neurociencias, con
el objetivo de identificar nuevas alternativas para frenar o detener el
desarrollo de la enfermedad de Parkinson, la segunda enfermedad
neurodegenerativa más frecuente en el mundo después del Alzheimer y de la cual
220 mil personas en Colombia padecen, según datos del Ministerio de Salud.
El diseño de medicamentos
asistido por computador es ampliamente utilizado en las compañías
farmacéuticas, puesto que permite analizar gran cantidad de moléculas de forma
teórica, para posteriormente seleccionar aquellas que tengan mayor probabilidad
de tener resultados satisfactorios en las pruebas experimentales, reduciendo
así, los tiempos y costos asociados al descubrimiento de un nuevo fármaco para
el tratamiento de una enfermedad.
Sin embargo, para el caso de
enfermedades como Parkinson y Alzheimer, algunas compañías farmacéuticas han
anunciado el final de sus investigaciones en la búsqueda de posibles
medicamentos para su tratamiento y han decidido enfocar tiempo y recursos en
otro tipo de enfermedades. Por tal razón la investigación que se realiza desde
la academia resulta de gran importancia considerando que cada vez son menos los
estudios que se realizan en este tipo de enfermedades neurodegenerativas.
Contreras y Rondón -médico e
ingeniera de sistemas- analizaron 64 mil moléculas para descubrir que solo seis
(6) de ellas podrían evitar que se destruyan las neuronas que tienen como
función producir un neurotransmisor, en este caso la dopamina, la cual al
agotarse genera esta enfermedad.
La alfa-sinucleína es una
proteína ubicada dentro de una neurona que hace parte del núcleo cerebral,
cuando a ella se le empiezan a adherir otras proteínas, cambia su actividad y
comienza a destruir la neurona hasta que la explota de adentro hacia afuera, terminando
en un proceso de oligomerización y formando una sustancia llamada cuerpos de
Lewy, principales causantes de un tipo de demencia y que se encuentran de forma
abundante en pacientes con Parkinson.
Actualmente, explica el
neurocirujano funcional, existen tres tipos de tratamiento para esta
enfermedad: farmacológico, rehabilitación y quirúrgico, no obstante, ninguna de
estas alternativas, actúa al nivel de la alfa-sinucleína. “Los medicamentos
actuales, reemplazan la dopamina y/o evitan que se pierda, pero no hay ningún
medicamento que impida el plegamiento anormal de la proteína”, complementa.
En esta investigación los
profesores plantearon la estrategia de analizar dos grupos de moléculas
(neuroprotectoras y neurotóxicas), que según estudios reportados en la
literatura se unen con la proteína alfa-sinucleína.
“Se presume que las moléculas
neuroprotectoras pueden ayudar a prevenir este tipo de enfermedades
neurodegenerativas, mientras que las moléculas neurotóxicas podrían predisponer
a las personas para una futura aparición de la enfermedad”, indica Contreras
López.
En los distintos modelos
computacionales generados, se lograron encontrar diferencias entre las
moléculas neuroprotectoras y neurotóxicas, al momento de unirse a la proteína
alfa-sinucleína.
Según explica Rondón
Villarreal, las moléculas que se usaron en este estudio son de origen natural y
provienen de diferentes partes del mundo. “Se incluyeron muchas de Asia, puesto
que allá la medicina es muy famosa por ser de origen natural”, agrega.
Las diferencias halladas
fueron utilizadas precisamente para seleccionar moléculas de origen natural que
no sólo tuvieran una estructura química parecida a aquellas moléculas
neuroprotectoras, sino que además tuvieran un comportamiento similar al momento
de unirse a la alfa-sinucleína.
De acuerdo con Contreras
López, el fin de que la moléculas seleccionadas sean de origen natural es para
disminuir o desaparecer los efectos secundarios y baja toxicidad en el ser
humano.
La magíster y doctora en
ingeniería de sistemas, Paola Rondón, explica que “el diseño de medicamentos es
algo sumamente complicado. La parte de las simulaciones computacionales, el
largo tiempo que toma desarrollarlas, el análisis de esa gran cantidad de datos
e información que luego hay que consolidar para extraer lo realmente valioso”,
es lo más difícil en este tipo de estudios.
El reto que tienen que
enfrentar ahora los investigadores es poder realizar la fase experimental, la
cual les servirá de insumo, ya sea para modificar las moléculas que han
seleccionado o incluso mejorar la actividad que ellas manifiesten.
“Se viene todo el proceso que
se debe realizar para que un medicamento salga al mercado. En una farmacéutica
toma alrededor de 10 a 15 años, y una vez que nosotros podamos empezar las
pruebas experimentales, habrá que usar una farmacéutica que se interese en
hacer todas las pruebas ya en personas”, sostiene Rondón Villarreal.
Los resultados del estudio
realizado por Contreras y Rondón, dentro del semillero de investigación Nemod
(UNAB) y el grupo de investigación biología molecular y biotecnología (UDES),
fueron publicados en la revista Journal of Molecular Graphics and Modelling,
indexada en PubMed y Scopus. Fuente:
Comunicaciones UNAB.
Ajuste de contenido y
diagramación: bersoahoy.co
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