Mivistar

Conclusiones del primer encuentro minero-energético y de reclamo

Jorge Castellanos de la
Corporación Compromiso
Representantes de un centenar de organizaciones que están en contra de la explotación irracional de la minería, realizaron el I encuentro nacional minero-energético y III encuentro orientado al reclamo.
Al final del certamen se produjo una declaración que encierra un gran compendio al redor de la minería, la exploración y la explotación que solo mira el aspecto económico sin tener en cuenta el impacto social, la soberanía, el patrimonio y la vida humana. La declaración dice textualmente:  
Hacia una nueva política minero-energética
Cómo vemos el problema:
La idea de convertir a Colombia en una potencia minero energética, centrando su economía en la actividad extractiva, atenta contra la soberanía nacional, el patrimonio natural y las bases mismas de la vida. La globalización neoliberal que ha facilitado la intervención del capital transnacional en todos los ámbitos, tiene a la agricultura y la industria casi al borde de la extinción; ferió el patrimonio público especialmente en los renglones estratégicos de la economía, debilitó la capacidad regulatoria de la sociedad montando un régimen antidemocrático, y privatizó los derechos de la población. La economía está pensada desde entonces al servicio del mercado extranjero y no de los intereses nacionales, ni en beneficio del pueblo colombiano.
De esta manera, el país perdió la soberanía sobre los bienes naturales y los alimentos, permitiendo que las empresas transnacionales llegaran hoy a controlar su uso, en función de los negocios mineros y energéticos, ahora facilitados también en los tratados de libre comercio. La institucionalidad fue suplantada por la “Responsabilidad Social Empresarial”, se vendieron las empresas públicas del sector y las que sobreviven lo hacen bajo la lógica neoliberal, se adaptaron normas ambientales, laborales y tributarias para generar “Confianza Inversionista”, se acomodaron a esos intereses las consultas previas y se criminalizaron las protestas en contra de tales medidas.
Hoy los colombianos y las colombianas, no tenemos las condiciones necesarias para ejercer el poder ciudadano de participar, decidir, controlar y ajustar los procesos productivos en torno a la minería y la energía. Estamos limitados institucionalmente para incidir en las políticas que se trazan sobre estas actividades. No existen los espacios para replantear el modelo minero-energético que se impone. Todo en detrimento de la sostenibilidad ambiental de la nación, de la pequeña minería y tradicional, de los derechos de los trabajadores, de la permanencia en el territorio de las comunidades tradicionales, campesinas, pesqueras, afros e indígenas, y de las finanzas y los ingresos del país.
La única forma en que podremos salvar al país de la Locomotora Minero-Energética es fortaleciendo la más amplia unidad del pueblo colombiano, a través de la movilización social, en resistencia contra este modelo de desarrollo y avanzando en la construcción de una política alternativa. El debate de la política minero-energética debe vincular a la sociedad entera. Es necesario que todos los sectores críticos de este modelo, desde lo ambiental, lo étnico, lo cultural, los derechos, lo académico, lo productivo, lo político y lo laboral, nos involucremos en la definición de un futuro diferente para la nación.
Las bases de nuestras propuestas comunes:
La sociedad requiere de una explotación minero-energética necesaria. Esta actividad debe realizarse de acuerdo a los intereses de la nación, debe estar supeditada a la protección del patrimonio natural y de las bases de la vida para las generaciones futuras, y debe estar bajo el control de un Estado que actúe en coherencia con estos criterios. Las empresas estatales deben realizar directamente o a través de Asociación las actividades de explotación minero-energética, por lo que las actuales Concesiones deben revertir a la nación. En consecuencia, los términos de la inversión extranjera también tendrán que modificarse sustancialmente.
Una nueva política minero-energética requiere que el Estado recupere el control, fiscalización y dirección sobre la exploración, explotación y comercialización de sus recursos naturales no renovables, hoy en manos de las transnacionales minero-energéticas. Es necesario fortalecer las instituciones, la participación ciudadana y las empresas del Estado, que permitan recuperar y ejercer la soberanía nacional y la autodeterminación de los pueblos en los territorios, condiciones necesarias para el cambio del modelo energético.
Una nueva política debe orientarse a generar energía, materias primas y recursos de capital de manera racional e integral, apoyando el desarrollo de la agricultura y la industria de la nación, la permanencia de las comunidades en el territorio y el reconocimiento de sus formas organizativas. Debe fortalecerse la investigación en ciencia y tecnología, conjuntamente con la recuperación de los saberes tradicionales, a través de la educación comunitaria y de universidades y centros de investigación públicos, e independientes de las transnacionales y sus gremios.
Una nueva política minero-energética debe considerar la crisis ambiental y humanitaria del planeta y, por lo tanto, tendrá en sus propósitos la búsqueda de fuentes alternativas y el rediseño de la matriz energética. Incluso, debe plantear la delimitación de zonas donde no haya ningún tipo de explotación minero-energética y preservar reservas de minerales e hidrocarburos para generaciones futuras. Igualmente, es necesario suspender la explotación de petróleos no convencionales, hasta que existan suficientes estudios serios sobre el impacto ambiental y geológico y se generen técnicas que garanticen una explotación segura y muestren la conveniencia de su desarrollo para los intereses nacionales y regionales.
Es imperioso suspender el otorgamiento de nuevos títulos y licencias ambientales a los proyectos  transnacionales minero-energéticos y a cielo abierto. Se debe garantizar que ésta actividad se ejecute acorde a los intereses del país y que existan garantías suficientes para la protección de los derechos humanos, económicos, sociales, ambientales y culturales de las comunidades. El Estado debe propiciar la revisión de los actuales contratos con este tipo de minería, revocando aquellos que sean contrarios a los intereses del país.
En esas perspectivas, los criterios generales de una nueva política minero-energética son:
1.            El aumento de la renta y la compensación de los daños causados. 
2.            La protección y el acceso de los pueblos a los bienes naturales.
3.            La defensa de los mineros artesanales, pequeños y medianos.
4.            La defensa de los derechos laborales y sindicales de los trabajadores.
5.            La defensa del territorio, la cultura y la organización social de las comunidades.
1. El aumento de la renta y la compensación de los daños causados:  
El Estado, como principal inversionista de la actividad minero-energética en tanto aporta su recurso natural no renovable, debe ser el actor que perciba la porción más alta de la renta. El Estado debe eliminar las exenciones tributarias al capital extranjero y revivir nuevamente el impuesto a la remisión de las utilidades de este tipo de capital. 
En este mismo sentido, con el objeto de promover el desarrollo de la industria nacional, deberá cobrarse un impuesto diferenciado dependiendo del grado de transformación que se le dé al mineral o al hidrocarburo. A mayor valor agregado de la materia prima menos impuesto, a menor valor agregado más impuesto.
Los recursos naturales no renovables son de la nación en el subsuelo y cuando se extraen de éste. Por eso la responsabilidad sobre su comercialización debe ser fundamentalmente del Estado.
El cobro de las regalías debe modificarse para que la participación de la nación aumente, considerando que estas se reciben en una sola ocasión. Se tendrán en cuenta, al menos, tres variables para el cobro de las regalías:
1.            La variación en los precios internacionales de los minerales e hidrocarburos, como una ganancia extraordinaria para el Estado cuando estén muy altos y una tasa mínima de retorno, cuando estén muy bajos
2.            El agotamiento del recurso, cobrando una regalía cada vez mayor en la medida en que las reservas disminuyan.
3.            La facilidad en la extracción del recurso, determinado por la concentración del yacimiento, su ubicación y su posición geoestratégica con relación a los centros de consumo. 
Las regalías deberán descentralizarse, beneficiando principalmente a las regiones productoras, que son –a su vez- las que soportan los mayores impactos ambientales, sociales, laborales y culturales. Sobre estos recursos deberá ejercerse un mayor control de parte de la sociedad civil.
Finalmente, una nueva política tendrá que tener en cuenta una contabilidad completa de la actividad minero-energética, que  mida los beneficios pero también los costos ambientales y sociales, y el costo de oportunidad con otras actividades, para definir si es conveniente para la nación.  Esa nueva política debe analizar la posibilidad de no extraer los recursos, en la perspectiva de buscar mayores beneficios hacia el futuro.
2. La protección y el acceso de los pueblos a los bienes naturales:
Una nueva política minero-energética debe considerar la huella ecológica, la huella hídrica, altos estándares de cumplimiento a las normas ambientales y estricto cumplimiento a la Constitución y a la legislación colombiana. Controles efectivos para evitar daños ambientales irreversibles y exigir fuertes compensaciones por los daños causados. Exigir pólizas de cumplimiento. Prohibiremos los mega proyectos minero-energéticos en páramos, en humedales, cuencas hidrográficas, arrasar zonas de reserva y parques naturales nacionales y regionales, y en zonas de seguridad y soberanía alimentaria. Hay que reconsiderar los proyectos que estén en zonas en proceso de desertización y exigir licencia ambiental para la exploración.
En lo referente a las represas, se debe adelantar un diagnóstico sobre los beneficios e impactos generados por las represas en Colombia, que permita viabilizar la toma de decisiones sobre nuevos proyectos y la reparación integral de las comunidades afectadas por las ya construidas y en proceso de construcción. Condicionar el montaje de nuevos proyectos hidroeléctricos a la realización de estudios que muestren las verdaderas necesidades energéticas del país y que prioricen el mejoramiento de la calidad de vida de la población, antes que las aspiraciones de máxima ganancia por parte de las empresas del sector eléctrico, colocando además límites a la exportación de energía eléctrica.
3. La defensa de los mineros artesanales, pequeños y medianos.
Como aspecto fundamental para elaborar una nueva política minero-energética, debe establecerse una diferencia entre la explotación artesanal, pequeña, mediana y a gran escala. Debe detenerse la criminalización y persecución a los mineros artesanales, pequeños y medianos.Debe haber exigencias ambientales, sociales, económicas y laborales para todas ellas, pero considerando su tamaño y capacidad económica.
Para no condenar a las explotaciones de menor escala al atraso tecnológico y  permitir el cumplimiento de estándares ambientales, sociales y laborales por parte de éste tipo de mineros, el Estado debe promover su asociación y prestar acompañamiento técnico y económico, a través de planes de capacitación, asistencia técnica y créditos.
4. La defensa de los derechos laborales y sindicales de los trabajadores:
El Estado debe definir una política en este campo que respete los derechos laborales y sindicales de los trabajadores. Una política laboral que incluya el respeto a la vida y derechos de los trabajadores del sector minero energético, incluidos los pequeños mineros, mineros tradicionales y mineros artesanales, la superación del trabajo precarizado y tercerizado.  En general, que asegure a todos los trabajadores del sector minero energético, un trabajo digno.
Considerar la minería como una actividad de alto riesgo y que, por lo tanto, establezca condiciones de trabajo y garantías especiales para los trabajadores.
5. La defensa del territorio, la cultura y la organización social de las comunidades:
En lo referente a los aspectos social, cultural y territorial, consideramos que una política pensada en la defensa del interés nacional, debe:
1.            Proteger la permanencia en el territorio de las comunidades y reconocer su autodeterminación.
2.            Oponerse al desplazamiento de la población.
3.            Que las Fuerzas Armadas y de Policía defiendan la soberanía y los intereses de los pueblos y no a las multinacionales.
4.            Respeto al derecho a la organización y la protesta de las comunidades afectadas por los proyectos mineros y energéticos que intervienen sus territorios
5.            Respetar y defender la cosmovisión de los pueblos indígenas y la identidad cultural de poblaciones campesinas, pescadoras y afros.
6.            Garantizar el derecho fundamental de las comunidades indígenas, afros, campesinas y pescadoras, a la consulta previa, libre, autónoma e informada con carácter decisorio, con su consentimiento, como requisito inequívoco para la adjudicación de títulos mineros o de explotación de hidrocarburos.
7.            Proteger e impulsar alternativas productivas, incluyendo la agricultura campesina y la pesca.
8.            Plantearse la actividad minera en articulación con la agricultura y la industria y no en reemplazo de la misma.
9.            Garantizar la competencia y autonomía de las comunidades, los Concejos y las Asambleas para el ordenamiento del territorio.
Todo lo anterior hace parte de una política minero-energética integral. En términos generales, debe tener criterios claros, de acuerdo con los intereses nacionales, sobre: dónde, quiénes, cómo, cuánta y para qué se realiza la explotación minero-energética. Cumplirla, implica necesariamente una política diferente a la planteada bajo la lógica neoliberal que ha profundizado el gobierno de Juan Manuel Santos. 
Con estos enunciados básicos, los y las asistentes al I Encuentro Nacional Minero-Energético y III Encuentro de Reclame manifestamos nuestro compromiso de seguir trabajando por la más amplia unidad del pueblo colombiano para frenar la Locomotora Minero-Energética, derrotar la concepción de “Colombia: País Minero” y avanzar en la consolidación de un movimiento social desde lo local, lo regional  y lo nacional capaz de implementar una nueva política minero-energética.
En este camino, convocamos a todos los sectores del país a que intercambiemos estas propuestas en un Congreso Nacional Minero y Energético, y a que preparemos una Jornada Nacional de Movilización en el segundo semestre del 2013.
En la construcción de este Encuentro y de las tareas planteadas, manifestamos nuestro saludo a los autores del libro “Minería en Colombia: Fundamentos para superar el modelo extractivista”, elaborado por la Contraloría General de la República, por considerarlo un material valioso y necesario en la defensa de los intereses de la nación.
Bogotá, mayo 17 de 2013.
Suscribimos:
Red Colombiana Frente a la Gran Minería Transnacional, RECLAME - Movimiento Colombiano en Defensa de los Territorios y Afectados por las Represas “Ríos Vivos” - Central Unitaria de Trabajadores, CUT - Unión Sindical Obrera, USO - Sindicato Nacional de Trabajadores de la Industria del Carbón, Sintracarbón - Confederación Nacional de Mineros de Colombia, Conalminercol - Polo Democrático Alternativo - Congreso de Los Pueblos - Corporación AurySaráMarrugo - Asociación Minga - Centro de Estudios del Trabajo, Cedetrabajo - Censat Agua Viva - Colectivo Soberanía y Naturaleza - Corporación para la Educación, el Desarrollo y la Investigación Popular, Cedins - Asamblea Sur, Bogotá - Movimiento por la Defensa de los Derechos del Pueblo, Modep - Proceso de Comunidades Negras, PCN - Coordinador Nacional Agrario, CNA - Comité Cívico por la Defensa del Río Ranchería y el Manantial Cañaverales - Comité por la Defensa del Agua y el Páramo de Santurbán - Comité de Integración del Macizo Colombiano, Cima – Cauca -

Asociación Nacional por la Salvación Agropecuaria - Federación Santandereana de Mineros, Fesamin - Federación de Mineros del Chocó, Fedemichocó - Organización Colombiana de Estudiantes, OCE - Corporación para el Desarrollo del Oriente, Compromiso - Fuerza de Mujeres Wayuu - Red de Hermandad y Solidaridad con Colombia, Redher - Federación de Mineros de Caldas y Risaralda – EntreRedes - Red en Contracorriente a la Megaminería – Asocamir - Reclame capítulo Huila - Reclame capítulo Boyacá - Reclame capítulo Cauca - Tejiendo Raíces - Amas Bucaramanga – Ceprodesu - Ladrilleros de Popayán - Asociación Minera de la Provincia de Soto, Asomiprosoto – Fepemicar - Asociación de Areneros –Sanpac, Santander - Asociación de Mineros del Bajo Chuscal - Simtraemsdes, Pereira - Grupos Ecológicos de Risaralda, GER –Acsomayo - Observatorio Ojo de Pescado, Pereira –Cabildo KwanasC,xhab, Puerto Asís - Colectivo por la Protección del Sugamuxi - Colectivo Campo - Fundación para el Medio Ambiente y la Paz en Colombia, Fumpaz - Alianza Quindiana contra la Megaminería - Corporación Sembrar - Asomineros del Bajo Cauca - Amigos del Páramo Miraflores - Mesa Permanente del Pueblo Kofan - Minga Bakatá - Colectivo Manda La Tierra - Colectivos Ansur - Hijos del Sur, Universidad Cooperativa - Defensoras y Defensores del Agua - Comité de Integración Social del Catatumbo, Cisca - Movimiento por la Constituyente Popular, MCP - Comité Universitario por la Defensa del Páramo de Santurbán - Semillas de Paz – Apetras - Minga Juvenil Nacional - Sintramienergética, La Jagua - Mesa de Organizaciones del Putumayo - Movimiento de Mineros Tradicionales de Boyacá - Casajuca, Cajamarca - Corporación para el Desarrollo y la Investigación Social, Corpeis - Reclame Universitario, Antioquia – Cordecar - Corporación Integros - Fundación Kootirrawa – USO, Saldaña – Fepemicar - Asociación de Mineros del Quindío - Unión Libre Ambiental –TeJuntas - Red Proyecto Sur- Neiva
Fuente: Jorge Castellanos Pulido, corporación Compromiso
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